En los ultimos años hemos creado un fenómeno indiscutible, el creciente ritmo de la tecnología. Una velocidad imparable a la que los dispositivos que utilizamos mejora, haciendo que al poco tiempo de disponer de ellos tengamos que cambiarlos. A veces por simple capricho, otras por necesidad, ya que el avance imparable de la tecnología hace que nuestros aparatos se queden obsoletos muy rápidamente, desechando a diario toneladas de productos electrónicos.

Móviles, tabletas, portátiles… La proliferación de dispositivos digitales se está convirtiendo en un problema para el planeta porque, cuando su vida útil finaliza, su tasa de reciclaje es insuficiente. Aumentarla es clave para frenar el cambio climático y evitar el deterioro del medio ambiente.

"Al año se generan casi 50 millones de toneladas de chatarra tecnológica"
Organización de las Naciones Unidas (ONU)

El uso de las tecnologías es incuestionable,  hoy forman parte de nuestra cultura. Ya no se discute si deben utilizarse o popularizarse, reconocemos que amplían  nuestras capacidades, nos proveen de información, nos facilitan la vida, los trámites, el desarrollo social pero por sobre todas las cosas nos ahorran uno de nuestros bienes más valiosos: “el tiempo”.

Además nos brinda “tranquilidad” el estar comunicados y no tener que preocuparnos de dónde están nuestros hijos, o por qué llega tarde una cita esperada.

Pero toda esa comodidad, tranquilidad y desarrollo también tiene otra cara, y es toda la  basura electrónica (e-waste) que genera y que no es otra cosa más que aparatos eléctricos y electrónicos que han sido vendidos, donados, relegados o simplemente pasados al desuso por parte de su propietario original.

Estos equipos se pueden reciclar porque poseen metales preciosos, pero las actividades de reciclado deben realizarse con responsabilidad ya que junto con los metales preciosos se encuentran otros productos que son contaminantes, altamente tóxicos y cancerígenos como: el cadmio, el plomo, el óxido de plomo, el antimonio, el níquel o el mercurio.
Estos elementos tóxicos contaminan ríos, lagos y mares, y emiten gases a la atmosfera que provocan desequilibrios en los ecosistemas. 
Revertir el modelo de producción y consumo para reducir la cantidad de desechos electrónicos es, en consecuencia, una tarea inaplazable.

El consumo responsable y la reutilización, es capaz de alargar su vida útil y de frenar el crecimiento de estos residuos, es una de las respuestas al problema.

"La reutilización de aparatos tecnológicos se ha convertido en la única alternativa frente a un sistema de reciclado ineficaz para reducir los niveles de basura electrónica",
Thibaud de Larauze, CEO de Back Market

Soluciones para reducir la chatarra electronica

Como elemento positivo hay que destacar que cada vez más países buscan iniciativas legales para llevar a cabo un reciclaje más limpio, te mencionamos algunas:

 

Reutilizar

Los expertos en reciclaje electrónico recomiendan que amigos o familiares hereden los aparatos que todavía funcionan, o que se oferten en el mercado de segunda mano. También existe la posibilidad de donar el producto a una ONG especializada. Aquí entra el concepto de economía circular, basado en el aprovechamiento de materiales de productos reciclados y en una menor dependencia de la extracción de recursos vírgenes.

Reducir

Cada vez se consumen más aparatos y se sustituyen con mayor celeridad. Cambiar esta tendencia depende tanto del usuario, que debe mostrarse menos permeable a las estrategias de marketing que fomentan el consumo; como de los fabricantes, que cada vez más apuestan por tendencias como el ecodiseño.

Reciclar

Cuando el producto ya no funciona y no puede ser utilizado por alguien cercano se debe optar por el reciclaje. Una alternativa para el consumidor es entregar el aparato viejo en el establecimiento donde compra el nuevo o a alguna empresa que se dedique al reacondicionamiento electrónico.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 de la ONU indica la necesidad de “garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”. Referido a los desechos electrónicos esto supone lograr una gestión ecológicamente racional durante su ciclo de vida, además de reducir la liberación de tóxicos a la atmósfera, el agua y el suelo para minimizar sus efectos negativos en la salud y el medio ambiente.

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